“Vaya al ministerio de Defensa y espera ahí, que van a haber novedades”, disponía el jefe de la redacción Quito de El Universo, Javier Simancas en febrero de 1997, horas antes de que el Alto Mando militar desconozca a Abdalá Bucaram y avale la decisión del Congreso de cesar al “loco que ama” por “incapacidad mental”.
Este ejemplo me viene a la memoria para tratar de demostrar que un periodista debe saber manejar sus fuentes, conocer si en su área de cobertura pasa algo y se van a dar novedades. Simancas era brillante en eso, tenía muchas otras cualidades también, pero era un periodista sabueso, de esos que están atentos al mínimo detalle y se dan cuenta cuando el paisaje cambia, aunque sea muy levemente.
La prensa parece no tener ya esos sabuesos, al menos eso pareció esta semana cuando la Armada del Ecuador entró en crisis, aparentemente de la nada, y la prensa se tomó su tiempo para saberlo, entenderlo y explicarlo.
Una cosa que explotó el lunes y siguió toda la semana apenas llegó a los diarios el viernes y cuando el descontento era evidente entre los marinos, la prensa pudo hilvanar la historia y contar lo que pasó, pero con mucha demora. Un sabueso hubiera tenido la historia en tiempo real y nos habría brindado pistas de los siguientes pasos de los uniformados.
Al parecer la crisis de la Armada era añeja, y nadie se dio cuenta.
Simancas, a quien con el tiempo llegué a entender y a apreciar, aunque creo que no es mutuo, nos repetía siempre la importancia que tiene el manejar una fuente. Nos decía, con cierta picardía, que debíamos ir todos los días al ministerio, municipio, club de fútbol y donde sea, y ser atentos desde con el conserje hasta con el jefe máximo.
“No importa si las fotos o las historias de Rosita, la secretaria, son aburridas, escúchenlas con atención, ya que no saben cuando ella les será útil”, repetía cuando compartía con sus periodistas en la pequeña sala de redacción.
El tiempo demostró que él tenía la razón. Las mejores historias y los datos más valiosos se tienen de los mandos medios, del conserje que le lleva agua al presidente ejecutivo… ellos cuentan lo que pasa, le dan la punta del ovillo al periodista y a éste lo que le queda es investigar, preguntar y comprobar.
Suena complicado, pero es la esencia del periodismo, preguntar, preguntar y preguntar, caminar mucho, crear fuentes, conservarlas, manejar las cosas, ser independiente, comprobar. Parece que ahora las cosas se hacen al apuro, solo se publica lo que se recibe, se investiga poco.. la vara está bajando y la calidad del producto es mala.
Como lectores nuestro compromiso es el de exigir un producto bueno, que los periodistas sean verdaderos intermediarios entre nosotros y los círculos de poder, que no se olviden que tienen el deber de mantenernos informados, obligarlos a que abandonen la ley del menor esfuerzo.
Suena romántico, pero es el alma del periodismo.
Este ejemplo me viene a la memoria para tratar de demostrar que un periodista debe saber manejar sus fuentes, conocer si en su área de cobertura pasa algo y se van a dar novedades. Simancas era brillante en eso, tenía muchas otras cualidades también, pero era un periodista sabueso, de esos que están atentos al mínimo detalle y se dan cuenta cuando el paisaje cambia, aunque sea muy levemente.
La prensa parece no tener ya esos sabuesos, al menos eso pareció esta semana cuando la Armada del Ecuador entró en crisis, aparentemente de la nada, y la prensa se tomó su tiempo para saberlo, entenderlo y explicarlo.
Una cosa que explotó el lunes y siguió toda la semana apenas llegó a los diarios el viernes y cuando el descontento era evidente entre los marinos, la prensa pudo hilvanar la historia y contar lo que pasó, pero con mucha demora. Un sabueso hubiera tenido la historia en tiempo real y nos habría brindado pistas de los siguientes pasos de los uniformados.
Al parecer la crisis de la Armada era añeja, y nadie se dio cuenta.
Simancas, a quien con el tiempo llegué a entender y a apreciar, aunque creo que no es mutuo, nos repetía siempre la importancia que tiene el manejar una fuente. Nos decía, con cierta picardía, que debíamos ir todos los días al ministerio, municipio, club de fútbol y donde sea, y ser atentos desde con el conserje hasta con el jefe máximo.
“No importa si las fotos o las historias de Rosita, la secretaria, son aburridas, escúchenlas con atención, ya que no saben cuando ella les será útil”, repetía cuando compartía con sus periodistas en la pequeña sala de redacción.
El tiempo demostró que él tenía la razón. Las mejores historias y los datos más valiosos se tienen de los mandos medios, del conserje que le lleva agua al presidente ejecutivo… ellos cuentan lo que pasa, le dan la punta del ovillo al periodista y a éste lo que le queda es investigar, preguntar y comprobar.
Suena complicado, pero es la esencia del periodismo, preguntar, preguntar y preguntar, caminar mucho, crear fuentes, conservarlas, manejar las cosas, ser independiente, comprobar. Parece que ahora las cosas se hacen al apuro, solo se publica lo que se recibe, se investiga poco.. la vara está bajando y la calidad del producto es mala.
Como lectores nuestro compromiso es el de exigir un producto bueno, que los periodistas sean verdaderos intermediarios entre nosotros y los círculos de poder, que no se olviden que tienen el deber de mantenernos informados, obligarlos a que abandonen la ley del menor esfuerzo.
Suena romántico, pero es el alma del periodismo.
Ah, la foto es del diario Hoy www.hoy.com.ec
2 comentarios:
Estimado Mario, eso de pararse frente a una sala de Redacción es dificil si no se sabe comunicar.
Los compañeros periodistas están muy atentos a todo lo que su editor diga. Esperan certezas, respuestas, guías, alarmas...Y lo que su editor diga puede ser determinante por el resto de su vida profesional.
La reflexión que nos haces es muy dura. ¿Estamos perdiendo la capacidad de reacción? ¿Esperamos que las cosas nos las cuenten desde fuera y terminamos como los últimos en enterarnos?
Lo que dices sobre esa especie de jefeen peligro de extinción es un acierto. Temo que la prensa ecuatoriana, salvo excepciones, está ingresando en una crítica etapa.
Un abrazo.
Ricardo.
Javier Simancas fue un gran maestro y mucho de lo poco que sé de periodismo lo aprendí de él.
Simancas es la intuición y el instinto, pero un día alguien le traicionó. Esa es una verdad como un templo.
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